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El estilo de Dirección y el ejercicio del mando en general es uno de los asuntos pendientes en la empresa agroalimentaria.

Lejos quedan los sistemas organizativos del ordeno y mando, que van en contra de cualquier principio moderno de productividad y eficiencia, dentro de la Planificación de Recursos Humanos, mucho menos en un sector como el agrícola que está condicionado por un desarrollo tecnológico y funcional sin precedentes, y que exige conocimientos adaptados a esta verdadera revolución, así como la readaptación de cargos directivos en base a habilidades y conocimientos específicos del sector.

Las nuevas exigencias y la competitividad del mundo empresarial obliga a centrar en el factor humano una de las diferencias claves entre las compañías y su posición en el mercado internacional. En este contexto, las habilidades directivas de las personas que dirigen las empresas cobran una relevancia especial y, todavía más, en un sector como el agrícola donde se requiere de un importante número de mano de obra y habilidades específicas en gestión de equipos humanos para obtener la máxima productividad en intervalos cortos de tiempo.

Aunque las habilidades directivas precisas puedan parecer similares a la del cualquier otra empresa, en el sector agrícola hay peculiaridades que hay que tener en cuenta, para empezar con que, de todas las habilidades necesarias, son el liderazgo y el trabajo en equipo las más valoradas.

1. Liderazgo

Habitualmente es la primera habilidad que se le exige a un directivo, su capacidad para influir positivamente sobre los trabajadores, es decir, activar y motivar a las personas para alcanzar los objetivos empresariales.

Es importante destacar la capacidad de un directivo para influir sobre los trabajadores. Se trata de una cualidad que marca la diferencia de que un equipo trabaje con entusiasmo, determinación o eficiencia.

Esta función de dirigir al equipo hacia la consecución de objetivos a partir de una posición de mando adquiere gran importancia para el administrador de una explotación o empresa agraria, ya que, dependiendo de su capacidad de liderazgo y compromiso, mantendrá un clima de confianza, colaboración, solidaridad y compromiso de los trabajadores y, de esta manera, se alcanzarán las metas tanto personales como institucionales.

Particularmente en el sector agrario, esto no es fácil de alcanzar sin que el directivo demuestre conocimientos de alto nivel no solo en en la gestión sino también en materias de contenido técnico.

La formación especializada en el sector agrícola cobra pues una mayor relevancia cuando hablamos de asumir el liderazgo necesario en la empresa, sea de tipo cooperativo o de cualquier otro.

2. El Trabajo en Equipo:

Sin duda una de las habilidades en la que los directivos encuentran más dificultades no solo a la hora de asumirla, si no una vez que la han asumido, de implantarla, ya que precisa de un alto grado de implicación que particularmente en el sector agrícola no siempre se ve correspondido, entre otras cosas por la carencia de estructuras jerárquicas claras y desarrolladas como se dan en otros sectores.

En el sector agrícola es muy habitual la rotación de plantillas, pero también la del cargo intermedio que es ocupado en muchas ocasiones por los trabajadores con mayor antigüedad sin tener en cuenta el mayor grado de formación.

Esto no favorece precisamente el trabajo en equipo, por eso es necesario desde los cargos directivos favorecer su implantación en los sistemas de trabajo, ya que con ello se mejora la comunicación y la colaboración en la organización, se produce una mayor involucración en los procesos por parte de los empleados, y se genera una mayor número de ideas.

Además, la variabilidad de las campañas agrícolas que pueden afectar a la marcha de cualquier empresa del sector, hace que a veces tengan que adoptarse sobre la marcha, lo cual no siempre es fácil, pero tiene más posibilidades de llegar a buen término cuando se trabaja en equipo, y cuando las decisiones son adoptadas en consenso, y el directivo ha de ser capa de adaptarse a las situaciones y si es posible, aprovechar esas situaciones para generar nuevas oportunidades de negocio.

Tan importante es tener esas habilidades directivas como saber detectar las carencias para trabajarlas y potenciarlas. En cursos de formación como el Máster de Dirección de Agronegocios de ENAE se aprende de manera específica a formar a directivos con conocimientos previos a adaptarse a los sistemas de trabajo del sector, que en ocasiones poco tienen que ver con los de empresas dedicadas a otras actividades.

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