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La cadena agroalimentaria

La cadena agroalimentaria ha estado siempre salpicada por sombras referidas a su transparencia, ya que se da por hecho que entre la producción primaria y el cliente último se acumulan las “actividades especulativas” de los intermediarios, no siempre bien identificados, que elevan exageradamente el precio de los productos alimentarios en el mercado final.

También es causa de numerosos análisis la supuesta incompatibilidad entre un sistema de distribución de productos agroalimentarios a través de las grandes cadenas de alimentación y las tiendas tradicionales, que haría que éstas últimas se vieran forzadas a su reconversión o simplemente a su desaparición, por una competencia lesiva para ellas.

La distribución minorista española ha registrado un intenso proceso de modernización y los consumidores compran cada vez más en supermercados, hipermercados y otras formas de autoservicio, mientras que el número de tiendas tradicionales ha disminuido. Puede afirmarse que este proceso de cambio ha permitido incrementar la capacidad de elección de los consumidores y ajustar mejor la oferta a las preferencias y necesidades de los demandantes.

En ese ansia por hacerse con una mayor porción del pastel, surgieron las marcas propias (popularmente, marcas blancas), que también perjudican a los industriales, que hasta ese momento mantenían una posición de privilegio, pero que han beneficiado finalmente al consumidor.

La cadena agroalimentaria española está integrada por cuatro eslabones: la producción, la transformación, la comercialización y la distribución minorista.
Con los datos existentes se puede establecer una aproximación de qué parte del precio final pagado por el consumidor se genera en cada fase del proceso:

  • Fase de producción: 45%
  • Fase de Transformación: 20%
  • Fase de Comercialización: 11%
  • Fase de Distribución: 22%

Producción

En la fase de producción se genera la materia prima que alimenta el resto de la cadena, y abarca las actividades realizadas con los productos que no supongan ninguna transformación.

La dispersión y atomización de los agentes participantes en esta fase, es algo que les afecta muy negativamente en su competitividad y en el poder de negociación.

También se da en la fase de producción una gran variedad de estructuras empresariales: muchas de ellas se agrupan en torno a cooperativas y Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas (OPFH), lo que les permite compaginar las tareas productivas con las funciones de almacenamiento, manipulación y marketing.

produccion-agroalimentariaPodemos establecer varias clasificaciones en los sistemas productivos

1.- Tradicionales/producción integrada
Los sistemas productivos en el mundo agroalimentario se pueden agrupar en tradicionales, donde las nuevas técnicas y tecnologías apenas está presente, y los de producción integrada, que utilizan al máximo los recursos y mecanismos naturales, y emplean métodos tecnológicamente eficientes, y que además compatibilizan la productividad agrícola con las exigencias de las sociedad y la protección del medio ambiente.

2.- Según su enfoque comercial: al cliente vs independientes del mercado
Según este enfoque, los productores agrícolas y ganaderos pueden agruparse en aquellos cuya labor está adaptada y dirigida a las necesidades del mercado, siendo mucho más flexibles lo que le lleva a tener un mayor tamaño y a estar más integrados con otros productores e intermediarios.

Por contra, hay explotaciones escasamente integradas , que tienen un tamaño menor y una orientación menos comercial, y que como consecuencia tienen más problemas para colocar sus productos en el mercado.

Los sistemas de distribución han de ser ante todo ágiles, debido al carácter perecedero y a su demanda constante a lo largo del año, lo que permite una conservación óptima de los productos frescos.

Además, con esta operativa, la distribución minorista se asegura los suministros en las cantidades adecuadas y a precios relativamente estables durante todo el año.

Transformación

En los productos hortofrutícolas, esta fase incluye su recepción, tratamiento, cuidado, envasado y etiquetado. En esta fase en los almacenes y alhóndigas y las lonjas se genera valor de intermediación, ofreciendo además servicios adicionales de manipulación, preparación, transporte y almacenaje a temperaturas controladas.

En algunos casos, incluso, integran actividades logísticas, de comercialización y de entrega del producto a los centros de distribución. Las cooperativas y las Sociedades Agrarias de Transformación (SAT) son asociaciones que tienen una aportación muy positiva en términos de la creación de valor, también para los productores.

Los asociados se dedican, no sólo a la venta de los bienes que adquieren o fabrican, sino que también realizan actividades de almacenamiento, manipulación, etc.

La industria transformadora produce principalmente mercancías envasadas. Las empresas transformadoras adaptan, envasan y distribuyen el producto. Las empresas agrupadas bajo esa denominación, se ocupan de todos los procesos industriales necesarios para la adaptación, envasado y posterior distribución del producto.

Distribución

La modernización de la distribución minorista ha supuesto una importante mejora en la capacidad de elección de los consumidores, que se ha ampliado sustancialmente, la oferta se ha adaptado a sus intereses y preferencias, y la calidad de los productos ha aumentado. Todas estas mejoras no se han traducido en incrementos sustanciales de los precios.

La clave, la adaptación a los cambios en los hábitos de compra de los consumidores

Los formatos que incorporan a sus catálogos de productos las distribuidores son consecuencia de la modificación de los hábitos de los consumidores, aunque también tiene su incidencia otros factores como el precio o la calidad de los productos.

Así por ejemplo, de los estudios realizados se deduce que los consumidores acuden mayoritariamente a los establecimientos más cercanos al domicilio familiar. Este hecho se explica en parte porque la legislación sobre horarios comerciales permite a algunos establecimientos prolongar su tiempo de apertura y que, de este modo, los horarios en que se puede efectuar la compra se adapte mejor a las necesidades y preferencias de los consumidores

La modernización del sector agroalimentario en la distribución ha acortado en gran manera los tiempos de compra, y al tiempo se ha generalizado el acceso a un mayor número de productos, formatos y surtidos.

Los hipermercados y los grandes supermercados facilitan a los consumidores hacer las compras de gran volumen, y los formatos de proximidad complementan la oferta con productos frescos y algunas “compras urgentes”. La variedad de formatos permite optimizar el trinomio calidad, precio y distancia, y complementa a los establecimientos tradicionales, que son incapaces de atender a estas demandas por sí solos. El éxito comercial de los nuevos formatos es la mejor prueba de su aceptación por parte de los consumidores.

produccion-agroalimentariaEl efecto sobre los precios de estos cambios en la distribución han sido evidentes, ya que por un lado la disminución del poder de mercado de algunos pequeños comerciantes ha supuesto una disminución de los precios en todos los formatos.

Por un lado, en los grandes formatos, la disminución de los precios se ha debido al aumento de la productividad y al aprovechamiento de las economías de escala. Y en los pequeños formatos, se ha debido a la reducción en los márgenes, a la que se han visto obligados por sus nuevos competidores. Las marcas del distribuidor han contribuido a acelerar este proceso de reducción de precios.

Además, la modernización del sector ha permitido al consumidor un importante ahorro en costes indirectos. Los consumidores valoran cada vez más el tiempo que disponen para comprar, y la distribución organizada les ofrece opciones de compra que les permite ahorrar tiempo y disminuir el número de desplazamientos.

Por último, la intensificación de la competencia ha favorecido la aparición que se adaptan mejor a sus necesidades. de nuevos formatos, que ocupan nichos de mercado que antes estaban vacantes. Las tiendas de descuento son un buen ejemplo de esta tendencia.

Comercialización

La comercialización de productos frescos se desarrolla mayoritariamente por los canales tradicionales. Los mayoristas tradicionales y las centrales hortofrutícolas son los que llevan el peso en este eslabón de la cadena de valor. Las principales centrales de compra de la distribución organizada solo distribuyen el 46 por ciento del total de productos frescos.
Si desagregamos los datos de la distribución organizada, observamos que las cuotas de mercado de las principales centrales son parecidas, por lo que el reparto de su poder de mercado está equilibrado.

Los cinco principales distribuidores tienen solamente el 27 por ciento de cuota de mercado. Por su parte, la distribución tradicional de productos frescos tiene una cuota de mercado del 54 por ciento.

Podemos concluir que en España, la distribución comercial obedece a una notable pluralidad de formatos y modelos de negocio, lo que favorece la capacidad de elección de los consumidores. Esa misma variedad de formatos y modelos permite a los eslabones anteriores de la cadena alimentaria (en particular, a la industria transformadora) acceder al mercado final por distintos canales, que favorecen la adopción de estrategias diferenciadas y adaptables a las condiciones de cada empresa.

En el Máster en dirección de Agronegocios se aborda el análisis de la cadena agroalimentaria, en su objetivo de mejorar y expandir los agronegocios creando oportunidades para la mejora de la producción agrícola local y su inserción en las cadenas de valor alimentarias que dan valor a los mercados internacionales.

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